EL RETO DE LA CIRCULARIDAD EN LA LOGÍSTICA MODERNA

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La sostenibilidad dejó de ser un concepto aspiracional para convertirse en una exigencia estratégica en la gestión logística. Frente al modelo lineal tradicional de “producir–usar–desechar”, la economía circular plantea un ciclo virtuoso de reducción, reutilización, reciclaje y recuperación. En este marco, la logística circular surge como herramienta clave para reducir residuos, optimizar recursos y generar valor económico y social.

Cada año se producen más de 1.900 millones de toneladas de basura en el mundo, de las cuales apenas un 19% se recicla. Plásticos de un solo uso, residuos industriales y desperdicios de cadenas globales evidencian la urgencia de transformar el modelo. La circularidad propone que los materiales, tras su vida útil, puedan reincorporarse como insumos de segundo orden, soportando múltiples ciclos de reciclaje hasta que, agotadas sus propiedades, puedan volver a la naturaleza con un impacto mínimo.

La cadena de suministro, entendida en cuatro fases (aprovisionamiento, producción, comercialización e internacional), debe añadir ahora una quinta: la logística inversa, encargada de recolectar y reinsertar materiales recuperados. Esto exige pensar en “circularidad general”, que involucra todo el ciclo, y “circularidad específica”, aplicada a los desechos en cada eslabón. Así, lo que antes era considerado basura se convierte en el inicio de un nuevo negocio y fuente de rentabilidad sostenible.

Implementar la circularidad requiere superar barreras. Entre las más relevantes destacan:

Pero también existen facilitadores: el avance de regulaciones ambientales, la presión de consumidores conscientes, la oportunidad de generar empleo verde y los incentivos derivados de un uso más eficiente de energía y materiales.

Un aspecto crítico para el éxito de la logística circular es la gestión de indicadores (KPI). No basta con medir fases aisladas; se debe evaluar la cadena completa bajo criterios de longevidad y retención de materiales. Entre los indicadores propuestos destacan: proporción de insumos regenerativos, porcentaje de materiales técnicos recuperados, calidad y vida útil planificada de los productos, valor de las ventas circulares frente al total y el uso de energía renovable en la cadena.

El Circular Performance Indicator (CPI), por ejemplo, mide el beneficio real de un material reciclado frente al ideal, comparando cuánto reemplaza efectivamente al material virgen. Estos estándares, junto con marcos globales como la Global Reporting Initiative (GRI) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, permiten alinear la sostenibilidad empresarial con métricas objetivas y comparables.

La circularidad, además, abre nuevas oportunidades de negocio. Surgen actores especializados en logística inversa, reciclaje y regeneración, generando eslabones adicionales en la cadena de valor. La innovación ya no se limita a productos, sino también a procesos capaces de capturar valor donde antes había pérdidas.

En este sentido, las empresas deben comprender que la circularidad no es un añadido, sino un rediseño integral de la logística. Implica colaboración con proveedores y clientes, inversión en investigación de materiales, incorporación de tecnología para trazabilidad y, sobre todo, un cambio cultural en la forma de concebir los residuos.

RECOMENDACIONES CLAVE PARA LAS EMPRESAS

En conclusión, la logística circular es una respuesta concreta al desafío ambiental y una oportunidad estratégica para las empresas. Quien logre integrar circularidad en toda la cadena de suministro no solo reducirá impactos negativos, sino que estará mejor preparado para competir en un mercado que exige responsabilidad, innovación y resiliencia.

Gonzalo Ignacio Ferrer, Miembro Supply Chain Council Chile

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