Hace tres semanas tuvimos la oportunidad de participar en Estados Unidos junto a destacados ejecutivos del mundo privado y público, instituciones académicas, y otras empresas de TI, de una misión organizada por la cámara chilena norteamericana de comercio, AMCHAM. El objetivo era profundizar sobre el futuro de la Inteligencia Artificial (IA) y conocer las últimas tendencias de esta tecnología en un país que está avanzando muy rápido en su adopción. Hubo bastante consenso en que si bien la IA ya es una realidad, estamos recién comenzando un viaje donde tendremos espacio para debatir en conjunto cuál es la mejor forma de abordar sus oportunidades y también sus desafíos.
Uno de los temas centrales es la inversión en investigación. Tan solo la Universidad de Washington posee más de USD$ 1.300 millones en fondos que recibe del gobierno y distintas empresas para sus investigaciones, entre ellas varias destinadas a hacer uso aplicado de la inteligencia artificial en temas de alto interés público como es la salud. Este tipo de cifras reflejan que para el desarrollo de una tecnología que nos beneficiará potencialmente a todos, debe existir mayor compromiso de las instituciones, públicas y privadas, por invertir en I+D, especialmente en su aplicación en áreas de interés específico. También hay un incentivo para que las start ups comiencen a mirar de manera innovadora cómo aprovechar esta tecnología naciente.
Por otra parte, el tema ético está siempre latente. Se entiende el temor de muchos al pensar que la inteligencia artificial “quitará” los trabajos a las personas. Después de todo, efectivamente debido a esta innovación se pueden automatizar trabajos minimizando errores y generando eficiencias. Según algunos expertos, los computadores y otras máquinas controladas por software ya han reemplazado más del 90% de los trabajos que eran comunes hace más de cien años, y hoy nuevamente nos estamos enfrentando a un cambio radical en la composición de la fuerza laboral.
Sin embargo, si este miedo nos frenara seguiríamos aún dedicados principalmente a labores agrícolas como antaño y ninguno de los avances de la tecnología hubiera sido posible. El desafío es preparar a la sociedad para su uso y los cambios venideros, no se trata de una carrera contra las máquinas, sino con ellas.
La automatización es el sello de la cuarta revolución industrial, y un llamado a la acción para que busquemos cómo crecer en la especialización y capacitación de los trabajadores. Al contrario de lo que se cree, la IA es también una potencial generadora de puestos laborales. La consultora Gartner señala que para 2020 la IA va a eliminar 1.8 millones de puestos de trabajo pero también va dar paso a cerca de 2.3 millones de puestos nuevos. Después de todo, un bot nunca podrá liderar, motivar o inventar como los humanos.
En esta línea, Mark Hurd, CEO de Oracle, proyecta que el 60% de los empleos en TI que existirán en el mundo para el año 2025 no se han inventado aún. Es por eso que la invitación es a aprovechar esta oportunidad, ya que los primeros en abordarla ciertamente podrán tener mayores beneficios. Si avanzamos en entender y preparar este viaje y no caemos en el prejuicio ni el miedo a lo desconocido, podremos liderar esta transformación en vez de ser meros espectadores.
Por Cristián Encina, Customer Program Director de Oracle Chile