REDUCIR O FLEXIBILIZAR ¿CUÁNTO Y CÓMO SE TRABAJARÁ EN CHILE?

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Esa es la gran pregunta que surge hoy ante los proyectos que se encuentran sobre la mesa en materia de legislación laboral. El gobierno y la oposición están enfrentados en materia laboral, defiendo cada uno de sus proyectos. Sin embargo, muchos llaman a poner la mirada en aquellos aspectos que permitan mejorar la productividad del país. Si bien uno plantea bajar las horas de trabajo semanal, la otra iniciativa estipula 180 horas mensuales pero con flexibilidad en su distribución. ¿Cuál es la fórmula correcta para Chile?

“En Chile queremos trabajar como franceses y crecer como asiáticos. No funciona así la cosa, lo uno o lo otro. Decidan”, aseguró el economista Ricardo Caballero, respecto al proyecto presentado por la diputada Camila Vallejo y un grupo de parlamentarios del Partido Comunista (PC) para reducir la jornada de 45 a 40 horas semanales.

El economista y director del World Economic Laboratory del MIT se refirió a la coyuntura nacional en una entrevista con La Tercera, afirmando que de implementarse la medida, “puede tener un costo enorme”. En la misma línea, Caballero apuntó a las costumbres de los trabajadores chilenos: “Acá la gente se toma vacaciones largas, almuerzos largos, viernes cortos, feriados sándwich, etc.”.

Los dichos del economista se suman a los señalados por el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, quien aseguró a Radio Biobío que la iniciativa impulsada por el PC terminará afectando las remuneraciones de los trabajadores, razón por la que aseguró que a la reducción de las horas de trabajo se deben sumar conceptos como flexibilidad y la adaptabilidad laboral.

Por su parte, la diputada Camila Vallejo, autora del proyecto que cuenta con respaldo transversal entre las bancadas de oposición, llamó al ministro Monckeberg a leer el texto de la iniciativa, ya que la norma establece expresamente que no se podrá rebajar el sueldo de los trabajadores una vez que se concrete la reducción de la jornada laboral.

Así, oposición y gobierno se vuelven a enfrentar esta vez por el tiempo que le deben destinar las personas a su empleo. El primer golpe legislativo lo dio el proyecto de reducción de horas de trabajo que fue aprobado en la comisión de Trabajo de la Cámara Baja. Pero más allá de cómo alcanzar las 40 horas, hay un tema que no se puede obviar: en Chile se trabaja 200 horas más al año que en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según el reporte que presentó la misma entidad en 2018.

En otras palabras, los hechos dan cuenta de que en los países con mayores niveles de productividad, la jornada laboral es mucho menos extensa que en Chile. Y es esta premisa la que abre el debate sobre el futuro en Chile. No caben dudas de que existe a nivel país un consenso sobre la importancia de mejorar la calidad de vida de los trabajadores. No obstante, los ojos de todos también están puestos en levantar las cifras de productividad y así apuntar a la mejora de las condiciones laborales, respaldadas también –idealmente- por buenas cifras macroeconómicas nacionales, las cuales son vistas por muchos como una señal de que los tiempos no estarían para grandes modificaciones.

Así, Chile hoy se encuentra enfrentado al gran desafío de regular las relaciones laborales que logren unir la visión de futuro laboral, económica y, también de vida, donde flexibilidad, productividad, mejoras salariares y mejor calidad de vida se conjuguen en favor de todos.

Ante este escenario, la tarea de todos los sectores, incluidos el logístico, es reflexionar sobre los alcances que puede tener a nivel operativo el aplicarse los proyectos de ley en cuestión. ¿Está la industria para enfrentar estas modificaciones en las jornadas laborales? ¿Tendrían estás modificaciones implicancias en tu nivel de productividad? Estas son algunas de las preguntas que las empresas deben responderse.

QUÉ PIENSAN LOS TRABAJADORES

Cuando los fuegos del debate están abiertos en cuanto a cuál de los proyectos de jornada laboral sería el mejor, tanto parra trabajadores, empleador y también para la economía nacional, un nuevo antecedente se pone sobre la mesa, tras darse a conocer los resultados del primer estudio Barómetro del Trabajo.

De acuerdo a los datos de la medición realizada en conjunto por la Fundación Fiel y el Centro de Estudios Mori, buena parte de los encuestados apoya el proyecto de ley que busca reducir la jornada laboral a 40 horas semanales. En detalle, el estudio reveló que del total de encuestados, un 63% está a favor de tener una jornada laboral de 40 horas semanal, mientras que un 23% apunta a que el tiempo que se debería dedicar al trabajo debe ser de 36 horas semanales. Sólo un 14% opina que se debería mantener tal y como está, o sea, en 45 horas.

La encuesta se realizó entre el 4 y 19 de junio en la región Metropolitana, de las cuales el 77% indicó ser trabajador, empleador u obrero, por otro lado el 15% afirmó ser trabajador independiente. Consultados sobre qué harían con un día libre adicional a la semana, el 64% contestó que lo usaría para dormir o descansar, un 55% aseguró que lo utilizaría para compartir con la familia, el 19% haría trámites o pagaría cuentas y un 13% dedicaría ese tiempo para actividades recreativas.

El proyecto de flexibilidad laboral impulsado por el Ejecutivo y que permitiría, por ejemplo, trabajar más horas diarias para obtener un día libre adicional por semana no encontró gran apoyo ciudadano. Sólo un 28% afirmó que prefiere trabajar 12 horas diarias, por su parte, un 66% opta por la jornada tradicional de 8 horas al día. En este contexto, un 50% afirmó que no trabajaría 12 horas diarias a cambio de un día libre, mientras que un 37% respondió que sí estaría dispuesto a hacerlo.

CIFRAS QUE ENTRAN EN JUEGO

A fines de julio, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entregó el Índice de desempleo para el trimestre abril-junio que se situó el 7,1%, igual al trimestre previo y 0,1 pp menor al del año pasado. En el anterior trimestre, marzo-mayo, también fue de 7,1% y en el previo, de enero a marzo, fue de 6,9%.
Tras las cifras, las voces del mundo económico salieron a manifestar su preocupación; sin embargo, para otros los números no son una sorpresa, pues estarían en la línea de otros aspectos macroeconómicos como el crecimiento, el nivel de inversión, entre otros.

Tanto el empleo como la fuerza laboral aumentaron 1% en 12 meses, evidenciando un enfriamiento respecto de cifras previas (1,5% y 1,4% en mayo, respectivamente) y la participación en la fuerza laboral disminuyó por cuarto trimestre consecutivo. A esto suma que, si bien los asalariados aumentan 0,3%, el registro está influido por el sector público, que avanzó un 6,4%, mientras que el privado cae 1%, su menor nivel desde octubre de 2017. Otro dato es el aumento del empleo por cuenta propia que alcanzó un 2,6%, por encima del 1,3% previo.

De acuerdo al INE, las principales contracciones se presentaron en los sectores agricultura y pesca (-3,3%), industria manufacturera (-2,5%) -a causa de la elaboración de productos alimenticios-; y actividades profesionales (-6,8%), debido a actividades de arquitectura e ingeniería. El análisis de las cifras es amplio y al desglosarlas nos encontramos con que la tasa de desocupación femenina fue 7,7%, disminuyendo 0,2 pp. en doce meses, como consecuencia del incremento anual de 2,6% de la fuerza de trabajo, menor al alza de 2,9% de las ocupadas. Por último, el INE señaló en su informe que la tasa de desocupación de los hombres fue 6,7%, registrando una expansión 0,1 pp. en 12 meses, debido al decrecimiento de 0,2% de la fuerza de trabajo y de los ocupados.

EL ANHELADO CRECIMIENTO

El Banco Central público a principio de agosto el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec), que mide el desempeño de la economía chilena, el cual arrojó un crecimiento de 1,3% en el mes de junio, en comparación con igual mes del año anterior. La serie desestacionalizada no presentó variación respecto del mes precedente y aumentó 1,7% en doce meses. Cabe considerar que el mes registro un día hábil menos que junio de 2018.

Las cifras se ubicarían bajo las expectativas de los expertos, quienes esperaban un crecimiento en torno al 2%. Este se trata del segundo índice más bajo del año, luego del 1,1% de febrero.

En tanto, el Imacec minero creció 0,3%, mientras que el Imacec no minero lo hizo en 1,4%. Este último se vio favorecido por el desempeño de las actividades de servicios y de construcción, efecto que fue en parte compensado por la caída de la industria manufacturera. En términos desestacionalizados, y con respecto al mes anterior, el Imacec minero creció 1,0% y el Imacec no minero cayó 0,1%.