Cuando hablamos del futuro del trabajo, la mayoría de las conversaciones giran en torno a la consolidación del teletrabajo en muchos sectores, la automatización creciente de los procesos y las enormes aplicaciones de la inteligencia artificial. Pero mientras imaginamos oficinas virtuales y colaboradores conectados desde cualquier lugar del mundo, disfrutando las bondades de una penetración del 98% de smartphones y una cobertura móvil de 4G o 5G en zonas urbanas, olvidamos que millones de personas realizan sus labores lejos de un escritorio y muchas veces también lejos de una conexión estable a internet.
La Inteligencia Artificial (IA) dejó de ser una promesa futurista para convertirse en una urgencia presente. Está reconfigurando industrias, redefiniendo empleos y transformando radicalmente la forma en que tomamos decisiones. Frente a este escenario, la pregunta no es si la IA llegará a Chile, porque ya está aquí, sino si estamos realmente preparados para enfrentar los desafíos que impone en eficiencia operativa y en la economía digital.