OTRA CARA DE LA PANDEMIA: LA TECNOLOGÍA COMO MOTOR DEL EMPLEO Y EL TALENTO

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Por Ignacio Iglesias, Managing Director de Globant (Chile)

Por un lado, la pandemia fue la excusa perfecta para que muchas compañías justifiquen la mala atención, la escasez de mercadería, las demoras en un servicio o los atrasos salariales. Por el otro, se transformó en el motor de ciertas empresas para seguir creciendo, crear empleo y reactivar la economía.

Alcanza con mirar cuántos aspectos de nuestra vida diaria se digitalizaron para comprender el momento de expansión que atraviesan las empresas tecnológicas. Sin ir muy lejos, durante 2020, que incluyó los meses de medidas más restrictivas, las siete principales tecnológicas en Estados Unidos (Amazon, Microsoft, Apple, Alphabet/Google, Facebook, Twitter y Netflix) aumentaron su plantilla de empleados en un 45%.

A mediados del año pasado, mientras el desempleo en Chile rondaba el 10%, los profesionales vinculados a las tecnologías de la información tenían una ocupación del 97%, según un informe de la multinacional IT-Talent.

Este sector acarrea una virtud desde su génesis: la posibilidad de crecer exponencialmente con una inversión relativamente baja. De hecho, la escalabilidad es una de las características con las que se define a las empresas “unicornio”. El impacto en el empleo es directo: NotCo, por citar un caso local, pasó de tener 125 empleados en 2019 a proyectar más de 600 en toda Latinoamérica.

Los datos cobraron un rol vital en el negocio y la tecnología permite manejar grandes volúmenes como ninguna otra herramienta pudo a lo largo de la historia. El círculo virtuoso no tiene fin. Para 2025 se estima que habrá 97 millones de nuevos empleos relacionados con la inteligencia artificial, la sostenibilidad y la atención sanitaria, según Tech Cities 2021, un informe elaborado por la consultora Manpower en España. Según menciona, aquellas urbes que logren concentrar la demanda de talento IT y que dispongan de conectividad, infraestructura y buena calidad de vida lograrán hacer la diferencia.

Precisamente allí, el caso de Málaga, en España, es un buen ejemplo. Si bien tiene seis veces menos habitantes que Madrid, para atender la demanda turística se invirtió en infraestructura, lo cual tuvo un efecto secundario: la creación de un potencial centro para empresas tecnológicas y atracción de talento joven. Actualmente tiene más de 600 empresas del sector que emplean a muchos de los 4 mil graduados por año de la universidad local.

En Latinoamérica se mencionó en reiteradas ocasiones el deseo de construir un Silicon Valley chileno, argentino o peruano. Lo cierto es que, con el nuevo escenario, el futuro no parece estar organizado todo en un mismo lugar, sino más bien lo contrario: una democratización de oportunidades con centros de talento y empleo distribuidos por cada país.

La oportunidad se sostiene por la necesidad que tiene el mundo de soluciones digitales. Mucho más que una excusa, la pandemia para las empresas tecnológicas en realidad es el motor para expandir el negocio y eso tiene una consecuencia directa: la generación de empleo en nuevos centros de talento.