El dolor de cabeza de cualquier gestor logístico es la mercancía dañada en tránsito, problemas por un golpe o vibración en carretera, el mar o por vía de tren; ya que esto se traduce en reclamaciones, pérdida de tiempo, costos adicionales y, lo más importante, daño en la confianza de uno o más clientes.
No es solo distancia; en Chile, el desafío logístico también tiene que ver con marejadas que cierran bahías, carreteras que se interrumpen, climas extremos, terrenos escarpados y de difícil acceso o normas sanitarias que condicionan qué puede ingresar a una determinada zona. La geografía extrema y la dispersión de los asentamientos hacen que nuestro país sea, por definición, un territorio remoto.
