En noviembre próximo, Chile vivirá un hito en materia de edificación con la entrada en vigor de la actualización de la reglamentación térmica contenida en la OGUC (Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones). Por primera vez, se establecen exigencias más estrictas no solo para viviendas, sino también para recintos de educación y salud, con mayores estándares en muros, techos, pisos, ventanas y puertas, además de nuevas zonificaciones térmicas. Es un paso decisivo para elevar el confort térmico, la eficiencia energética y la salubridad de los espacios que habitamos.
Esto no se trata únicamente de cumplir una obligación de la reglamentación. La modernización de los estándares constructivos abre una oportunidad concreta para enfrentar tres desafíos centrales de nuestro tiempo: la crisis climática, la pobreza energética y la calidad de vida de los chilenos. En un país donde miles de hogares aún dependen de sistemas ineficientes y costosos para calefaccionar o enfriar sus viviendas, esta reglamentación apunta a generar un impacto social y ambiental de largo alcance.
En este contexto, resulta clave contar con actores industriales que se anticipen y acompañen al mercado en esta transición. Volcán, con más de un siglo de historia y una década preparándose para estas exigencias, ha desarrollado soluciones que integran aislación térmica, control de humedad, ventilación, seguridad contra incendios y reducción del impacto ambiental. Productos como la lana de vidrio Aislanglass, la lana mineral Aislán, las placas de fibro yeso Volcoglass, las placas de fibrocemento Volcanboard o las placas de yeso-cartón Volcanita son prueba de que la innovación nacional puede estar al servicio de un mejor desempeño energético y de edificaciones más seguras y sostenibles.
Por supuesto, la implementación no estará exenta de desafíos. Fabricantes, constructores y distribuidores deberán recorrer una curva de aprendizaje que implica inversión, capacitación y una mirada de largo plazo. Pero también será una instancia para diferenciarse, mejorar la oferta y aportar valor a una industria.
En consecuencia, la meta es ser parte activa de la implementación: cumpliendo con los mínimos de la reglamentación y asegurando que sus beneficios se traduzcan en obras concretas, de calidad y sostenibles. Esa disposición refleja un compromiso que debería inspirar a todo el sector: entender la reglamentación térmica como un punto de partida para construir un Chile más eficiente, más justo y más consciente de su futuro energético.
Por Ricardo Fernández, Gerente Técnico y Desarrollo Sostenible de Volcán.