Con una costa de 6400 kms, Chile ha tenido un lento avance hacia la descarbonización de su flota marítima. Actualmente, la mayoría de embarcaciones sigue operando con diésel, con altas emisiones de gases de efecto invernadero. Pese a ello, iniciativas recientes -como el primer remolcador 100 % eléctrico en operación comercial, proyectos de embarcaciones híbridas y el desarrollo de corredores marítimos verdes- podrían marcar un nuevo rumbo.
Es una realidad que contrasta; mientras por tierra circulan miles de buses y autos eléctricos, en el mar, el uso de la electromovilidad -y en general, de energías sustentables- es muy incipiente. “En el ámbito marítimo, la electromovilidad enfrenta importantes desafíos y una brecha significativa, pero también muchas oportunidades. El desafío es actualizar las embarcaciones con tecnología eléctrica que permita acortar brechas”, sostiene el ingeniero naval Joel Pérez.
En su rol de investigador y académico de la Universidad Austral (UACh) lleva años dedicado a impulsar iniciativas que reviertan este escenario y contribuyan a la descarbonización del transporte marítimo. Con ese objetivo en mente, y en colaboración con académicos de otras universidades, desarrolló un proyecto para promover la electromovilidad marítima que se adjudicó un FONDEF en 2021. Posteriormente, la iniciativa derivó en la spin off THEMS, empresa que ya opera en el mercado, trasladando la tecnología desarrollada hacia la industria.
Desde Valdivia, Pérez explica que el uso de tecnologías híbridas o eléctricas podría reducir hasta en 40 % los costos operativos en combustible y mantenimiento, dependiendo del tipo de embarcación y su uso. “Los casos de éxito en países como Noruega, Holanda, Corea, China evidencian que la electrificación marítima es viable y es una oportunidad para que Chile avance en su agenda climática y tecnológica”, precisa.
La clave, a su juicio, está en adaptar las lecciones de esos países a nuestra realidad, priorizando aquellas acciones de mayor impacto. “Tenemos el conocimiento y la infraestructura, pero falta mayor voluntad y coordinación entre actores públicos, académicos y privados”, recalca.
Uno de los rasgos diferenciadores de THEMS (Transición Híbrida y Eléctrica para la Movilidad Sostenible) es que cuenta con una planta de pruebas, implementando en el laboratorio de Máquinas Marinas de la UACh, que permite evaluar y validar sistemas de propulsión eléctricos e híbridos adaptados a las embarcaciones nacionales. “Nos permite demostrar que nuestras propuestas para descarbonizar son reales. Las pruebas son aplicadas in situ, no solo en papel”, destaca.
Desde esa misma experiencia, este especialista enumera las diversas barreras para el avance de la electromovilidad marítima. “Hay temas de costos, de disponibilidad y de magnitudes. El retorno de la inversión es a mediano plazo y hace falta mayor conocimiento de este tipo de tecnologías. En todos los proyectos que hemos podido ejecutar, los dueños de las embarcaciones vienen al laboratorio, ven lo que estamos haciendo y cuando se interiorizan de los procesos se muestran mucho más dispuestos a incorporar avances”, explica.
También recalca la necesidad de aumentar el apoyo a iniciativas de este tipo y fomentar instancias de colaboración para su desarrollo. “A diferencia de lo que ocurre con el transporte terrestre, el transporte marítimo no tiene subvenciones. Se piensa que es una industria que puede ser económicamente autosustentable, pero la realidad nos ha demostrado que no es así y que también se necesitan apoyos, en términos de subvención, para poder llevar a cabo estos proyectos”, concluye.
SIN EMISIONES DE CO₂ NI RUIDO SUBMARINO
En julio de 2025, la empresa SAAM Towage presentó su nave “Trapananda”, el primer remolcador 100 % eléctrico de Latinoamérica, con base en Puerto Chacabuco. Su operación se enmarca en un acuerdo de colaboración con ENAP, que combina la experiencia operativa de SAAM con el respaldo institucional y energético de la estatal, facilitando la implementación de una tecnología aún incipiente en la región.
Pablo Cáceres, gerente de Sustentabilidad de SAAM, señala que esta nave es la primera de una serie de tres unidades eléctricas en desarrollo. “Este remolcador no es un experimento para nuestra compañía, sino un avance concreto en la descarbonización de las operaciones portuarias. Nos permite ser pioneros en la introducción de soluciones de tecnologías de propulsión sustentable en el mundo de los remolcadores, demostrando que es posible operar de manera eficiente y sin emisiones en el sector marítimo”, apunta.
La incorporación de baterías y propulsores eléctricos en el Trapananda permite un desempeño idéntico a las naves convencionales, con mayor capacidad de tracción, pero con cero emisiones directas. Además, el nuevo remolcador emitirá menos ruido submarino, minimizando su impacto en el ecosistema.
“La electromovilidad es una herramienta real y disponible, pero necesita condiciones habilitantes para desplegar todo su potencial. Para avanzar con decisión se requiere un marco normativo que incentive la introducción de estas tecnologías y, principalmente, un apoyo concreto de los gobiernos a los proyectos de generación de energías limpias (renovables)”, enfatiza Cáceres.
Reconoce que no es un camino fácil, “ya que implica inversiones específicas que no solo deben ser ambientalmente sostenibles, sino que también económicamente viables. Pero a pesar de las dificultades, el modelo de negocios que SAAM ha implementado en Canadá y en Chile ha demostrado ser exitoso, lo que nos motiva a seguir en este camino”.
VÍAS ALTERNATIVAS; PANORAMA, AVANCES E INICIATIVAS
El transporte marítimo sustentable no solo considera la electromovilidad, sino también el uso de combustibles alternativos como el hidrógeno verde y sus derivados (amoníaco y metanol). Durante los últimos años, Chile ha orientado sus esfuerzos hacia el hidrógeno verde, aprovechando su potencial renovable. De hecho, autoridades han señalado que el país podría convertirse en “el productor de hidrógeno verde más barato del mundo”, gracias a sus abundantes recursos solares y eólicos. Este enfoque está presente en la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde 2023–2030, que identifica al transporte marítimo como uno de los sectores prioritarios.
Un hito destacable en este sentido es la creación de la Red de Corredores Verdes de Chile, un proyecto público-privado lanzado en 2022 en acuerdo con el Centro Mærsk Mc-Kinney Møller, líder mundial en descarbonización naviera. Posteriormente, en el marco de la COP26, Chile se comprometió a establecer rutas marítimas limpias entre puertos. El plan inició mapeando las rutas con mayor potencial de descarbonización según sus emisiones, tipos de carga y disponibilidad de energías limpias. En 2024, expertos del centro danés visitaron Chile para presentar avances de factibilidad y formaron consorcios locales, con miras a implementar los primeros corredores verdes antes de 2030.
Un corredor marítimo verde es una ruta donde operan naves cero emisiones (por ejemplo, buques alimentados con hidrógeno, amoníaco o biocombustibles) y con infraestructura portuaria adaptada para suministrar esos combustibles limpios. En Chile se evalúan corredores locales, como uno para la ruta de la salmonicultura en el Fiordo de Aysén y corredores internacionales desde la Región de Magallanes para exportar energías limpias desde el Cono Sur.
Otra línea de trabajo atractiva e innovadora, aunque aún en etapas muy preliminares, es el desarrollo de energía eólica marina u “offshore” en Chile. En este ámbito, el país avanza a través de dos iniciativas institucionales:
- En el marco del programa Net Zero World (2024) el Ministerio de Energía, el Banco Mundial y el Departamento de Energía de Estados Unidos trabajan en conjunto para evaluar el potencial de instalar aerogeneradores offshore en zonas como Biobío y Magallanes.
- Adicionalmente, a fines de julio del 2025, Chile se incorporó a la Global Offshore Wind Alliance (GOWA), convirtiéndose en el tercer país latinoamericano en integrarse a esta alianza global. Según sus impulsores, “esta adhesión refuerza el compromiso chileno por acelerar la transición energética y posicionarse en el desarrollo de parques eólicos marinos como oportunidad estratégica”.
Barreras para un transporte marítimo sustentable
Entre las principales barreras para acelerar la sostenibilidad en el sector marítimo chileno se encuentran:
- Falta de políticas e incentivos específicos: Aún no existe un marco regulatorio robusto ni subsidios directos que impulsen la electromovilidad marítima o la adopción de combustibles limpios en buques. La Estrategia Nacional de Electromovilidad 2021 incluyó por primera vez al transporte marítimo, pero de forma general. El avance hacia medidas concretas o especificas aún está pendiente.
- Costos iniciales y financiamiento: La transición tecnológica implica altos costos de capital. Un barco eléctrico o a hidrógeno puede requerir una inversión mucho mayor que su equivalente diésel. Los sistemas eléctricos generan beneficios importantes, pero estos se perciben a mediano plazo. Además, faltan mecanismos financieros verdes adaptados al sector marítimo.
- Falta de urgencia percibida: las emisiones marítimas no han estado en el radar público, al menos no tanto como las del transporte urbano. Existe menos presión ciudadana por barcos limpios que por buses sin humo. Esta menor visibilidad podría favorecer que el sector avance más lento en compromisos climáticos.
Electromovilidad marítima: el ejemplo de China
China ha electrificado numerosos buques fluviales en el Yangtzé y Perla y opera el barco de carga eléctrico más grande del mundo en rutas cercanas a puertos industriales. Solo el Puerto de Shanghái cuenta con más de 800 puntos de conexión OPS (Onshore Power Supply), logrando que sobre el 90% de los buques que atracan se conecten a la red eléctrica. Esto ha sido posible gracias a estrictas normativas ambientales locales (que obligan a los barcos a usar OPS) y fuertes subsidios estatales. China también tiene la mayor flota mundial de buques a GNL y está incorporando portacontenedores a metanol verde para sus rutas transpacíficas. La estrategia china combina regulación firme, inversión pública e innovación doméstica, posicionando al país como proveedor global de buques e infraestructura ecológica.