DISTRIBUCIÓN URBANA DE MERCANCÍAS SOSTENIBLE Y EFICIENTE ¡DEBEMOS REPENSAR NUESTRAS CIUDADES E INNOVAR PARA AVANZAR!

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Durante los últimos tres años, la Distribución Urbana de Mercancías (DUM) en Chile (y el mundo) ha experimentado importantes cambios que deben ser abordados de forma colaborativa entre los actores públicos y privados, a fin de delimitar los efectos nocivos de su acción y, al mismo tiempo, permitir su desarrollo eficiente y seguro, toda vez que se trata de una actividad estratégica y crítica para la supervivencia de las urbes.

Si bien, en términos simples, la DUM es concebida como la última fase de la cadena de suministro, en que cual se reparten las mercancías al interior de las ciudades; en rigor representa una actividad esencial para el desarrollo de la vida urbana, ya que a partir de su acción pueden ejecutarse la mayoría de las actividades comerciales y servicios que tienen lugar en las ciudades.

Así, cuando hablamos de la DUM nos referimos, no sólo a la distribución de mercancías en establecimientos comerciales de todo tipo y envergadura, sino también al reparto/entrega de productos al consumidor final y a la distribución de servicios a personas y a organizaciones, tanto públicas como privadas, principalmente.

Consecuentemente, el desarrollo de la DUM implica impactos adyacentes, tanto a nivel medioambiental (debido a la congestión urbana, contaminación acústica y las emisiones de efecto invernadero que de ella se derivan); como a nivel social, considerando aspectos como la seguridad vial y la ocupación del espacio público; todos factores que – a nivel nacional- han cobrado mayor relevancia en la opinión pública, las autoridades y las empresas, sobre todo tras los vertiginosos cambios en los hábitos de consumo de las personas, experimentados a partir de la irrupción del comercio electrónico tras la pandemia del Covid-19. 

A partir de lo expuesto, no son pocas las entidades que se han dado a la tarea de analizar la problemática de la DUM y sus externalidades a nivel global, regional y nacional; proponiendo diversas estrategias que apuntan a disminuir los efectos nocivos de esta actividad que, dicho sea de paso, es de carácter crítico para la vida urbana. Lo cierto es que no podemos prescindir de la DUM, de ahí que repensar su diseño y ejecución sea -en rigor- el camino para que esta actividad se desarrolle de forma sustentable e inteligente. El mandato, entonces, es repensar los centros urbanos y mirar nuestras ciudades en busca de oportunidades que nos permitan desarrollar esta actividad crítica en forma sustentable.  

LA PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LA DUM

Debido a la evolución de los estilos de vida y los cambios en los patrones de consumo, marcados especialmente por el auge del comercio electrónico, se torna imprescindible una acción coordinada entre todos los actores públicos y privados involucrados en el desarrollo de la DUM, a fin de minimizar las externalidades nocivas de la actividad y de maximizar la eficiencia de esta. 

En este plano, resulta determinante poder establecer e identificar aquellas problemáticas y desafíos que la distribución urbana presenta en la actualidad y establecer ciertas estrategias o buenas prácticas que permitan superar dichas problemáticas.

Adentrándonos en la materia, y como se ha expuesto, los impactos de la denominada DUM se enmarcan principalmente en el ámbito medioambiental, impacto que describiremos en cifras, de la mano de importantes estudios desarrollados por entidades de prestigio internacional, al tiempo que presentamos iniciativas que pueden minimizar este impacto. 

EL FACTOR MEDIOAMBIENTAL

Cuando hablamos de entregas en la ciudad, inmediatamente pensamos en sus efectos negativos: contaminación atmosférica, congestión vehicular, contaminación visual y acústica, entre otras. En este plano, de hecho, las externalidades medioambientales son las más medidas y reguladas por distintas entidades a nivel global, regional y, por cierto, nacional.

En cifras, según datos publicados por la plataforma española DUM Data Center, que analiza los impactos de esta actividad a nivel local y global, “los vehículos livianos (motocicletas, furgonetas, etc.) y los camiones representan, aproximadamente, el 23% del total del tráfico al interior de las ciudades”. Indicando, a su vez, que la distribución urbana de mercancías genera, al menos, el 31% de las partículas de PM10 y el 34% de las partículas de NOx que se detectan.

Además, indica la consultora, “los numerosos atascos en áreas urbanas aumentan, aún más, los efectos negativos del transporte de personas y de carga sobre la salud y el medio ambiente. Dado que un vehículo atrapado en un atasco consume el doble de combustible y genera 16 veces más gases de efecto invernadero que cuando el tráfico fluye libremente”.

En este contexto, cabe destacar lo expuesto por Cepal, en su más reciente estudio referido a los cambios en la movilidad urbana post Covid. En esta línea, la entidad indicó que, tras la superación de la Pandemia en América Latina, uno de los fenómenos más comentados en materia de distribución urbana de cargas es el denominado “efecto delivery”, que tiene como principales indicios el importante incremento en la tasa de motorización para prestar servicios de última milla (uberización) y el auge de las motocicletas en la región, principalmente dirigida a servicios de delivery, fenómeno que genera altas presiones a nivel vial, mayor congestión y un incremento en los tiempos de desplazamiento.

¿Cómo se visualiza este fenómeno en Chile? Pues bien, según cifras publicadas por la Asociación Nacional de Importadores de Motos (ANIM) en Chile, durante 2020 y 2021 se registraron ventas históricas de este tipo de vehículos, las que alcanzaron un incremento del 153%. Según la ANIM, este fuerte incremento en las ventas se explica por el boom del delivery provocado por la pandemia; un fenómeno que según Cepal se mantendrá en la etapa post Covid, dado que se espera que la demanda de las entregas urbanas de última milla mantenga un nivel de crecimiento constante.

Las proyecciones de Cepal se confirman con las cifras publicadas por la prestigiosa consultora Miebach, que en su estudio global “La logística urbana como herramienta para promover la sostenibilidad y reforzar la fidelidad de los clientes”, sostiene que “la demanda de entrega urbana de última milla crecerá el 78% a nivel global para el año 2030, lo que generará un 36% más de vehículos de entrega en las 100 ciudades más importantes del mundo”.

En esta línea, durante la presentación de los resultados, Israel Ramírez, director de Desarrollo de Nuevos Negocios de Miebach Consulting México indicó que “el rápido crecimiento del comercio electrónico y el aumento de los envíos que esto implica están provocando un incremento del tráfico y de la contaminación ambiental en las ciudades que deriva en la necesidad de repensar la logística urbana”.

¿Qué hacer, entonces, frente al reto que supone el incremento en la distribución de última milla y la DUM, considerando sus efectos medioambientales? Pues bien, a este respecto, el análisis realizado por Miebach indica que el 70% de las empresas a nivel global se imagina utilizando conceptos de logística urbana en un futuro próximo, siendo los más populares: la puesta en marcha de Centros Urbanos de Consolidación, descritos como “instalaciones logística para la consolidación de los flujos de mercancías urbanas, a veces compartido por varias empresas, con el objetivo de reducir el tráfico de mercancías” y los Microhub, definidos como “instalaciones logística en la que se agrupan las mercancías dentro de la ciudad para dar servicio a un área espacial limitada, permitiendo el uso de vehículos de bajas emisiones o de medios de transporte innovadores para la entrega de última milla”.

A partir de estas iniciativas de almacenamiento urbano, explican los expertos, el uso de vehículos livianos para la distribución urbana se tornaría más eficiente, lo que contribuiría – a la larga- en una disminución del impacto medioambiental negativo. En este ámbito, el análisis sostiene que “a raíz del auge del comercio electrónico y con el aumento del tráfico de entregas que conlleva, aumenta la sobrecarga de la ciudad y también la molestia que esto causa a sus habitantes. Como consecuencia, la presión sobre la logística urbana es cada vez mayor. La mayoría de los municipios reaccionan al mayor tráfico de entregas y a las crecientes expectativas sobre la calidad del aire con prohibiciones de circulación y restricciones de acceso. Por ello, para la compañía, es necesario desarrollar conceptos alineados con estas medidas legales”.

¿Y QUÉ PASA CON LA ELECTROMOVILIDAD?

Considerando que el uso de vehículos eléctricos se impone como una de las acciones que podría mitigar fuertemente el impacto medioambiental negativo de la DUM, es imposible eludir la iniciativa denominada “Electrologística” programa impulsado por el ministerio de Transporte y Telecomunicaciones y el Ministerio de Energía, a través del cual se monitorearon, durante ocho semanas, siete vehículos eléctricos de carga para obtener datos sobre su operación logística habitual. ¿El resultado? Recorrieron más de 16 mil kilómetros con una autonomía mínima de 145 km y, al compararlos con vehículos diésel, presentaron un ahorro en el costo de operación de un 70%. Datos como estos pueden encontrarse en la Guía de Electrologística Región Metropolitana, que busca incentivar la electromovilidad en el transporte de carga en las ciudades, y que fue presentada por el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Juan Carlos Muñoz a inicios de 2023.

Durante la presentación de los resultados, Muñoz indicó que “la electromovilidad llegó para quedarse y tiene grandes beneficios para aquellas actividades económicas que más puedan utilizarla”. “Nuestro objetivo es fomentar una logística urbana más sustentable y amigable, porque así se van construyendo mejores ciudades”, indicó el secretario de Estado, cuya cartera busca alentar a las empresas del transporte y del comercio en general a invertir en vehículos ecológicos.

DESARROLLAR ÁREAS LOGÍSTICAS EN LAS CIUDADES

Siempre considerando el impacto medioambiental y de salud social que la DUM tiene en la vida de las ciudades, cabe mencionar algunas iniciativas propuestas por la plataforma DUM Data Center que supondría, no sólo minimizar los niveles de contaminación derivados de la DUM, sino también contribuir a una mejor convivencia con las operaciones de distribución urbana que, como ya hemos indicado, son críticas para el desarrollo y funcionamiento de las urbes.

En este contexto, destaca lo realizado por la alcaldía de Barcelona, que hace algunos años viene desarrollando una estrategia pública para hacer frente a las externalidades de la DUM y lograr que este tipo de operaciones se realice de la forma más competitiva, eficaz, eficiente, segura y sostenible posible.

De acuerdo con lo expuesto por la plataforma, a partir de la implementación de la estrategia en cuestión, se concluye que los municipios deberán repensar sus espacios para que los servicios de distribución urbana dispongan de áreas adecuadas para su acción. En esta línea, DUM Data Center propone tres iniciativas que permitirían cumplir con el objetivo de mayor eficiencia y menor emisión:

  • La creación de plataformas de al menos 2 hectáreas lo más cercanas posible de las ciudades a abastecer.
  • La puesta en marcha de centros de distribución más pequeños, al interior de las ciudades.
  • Áreas de logística locales como, por ejemplo: puntos de entrega para mercancías o vehículos en cada barrio.

Además, el plan desarrollado por el ayuntamiento de Barcelona propone también incrementar las pruebas piloto de centros de distribución de mercancías y puntos de recogida en los principales operadores de estacionamientos municipales.

Al mismo tiempo, la estrategia también incluye la flexibilización en el uso del espacio público, con la definición de ventanas temporales para el reparto de mercancías en vehículos de medianas y grandes dimensiones, con el fin de concentrar los repartos en estas franjas horarias y promover la ciclologística en el resto de las horas.

Todas las iniciativas expuestas, sin duda, representan una oportunidad evolutiva para las empresas y el sector público, en materia de eficiencia de la DUM. Y sea cual sea la estrategia elegida, lo determinante será – siempre- mirar nuestras ciudades, repensarlas, rediseñar e innovar a nivel de procesos y tecnológico, después de todo, la distribución urbana es – en rigor- tan esencial como el aire que respiramos.