25 AÑOS: DE LA BODEGA AL CENTRO DE DISTRIBUCIÓN Y DE LO MANUAL A LA AUTOMATIZACIÓN

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En el marco del 25° aniversario de Revista Logistec, este artículo recorre la evolución de la logística chilena: desde operaciones manuales en bodegas hasta centros de distribución automatizados, pasando por el auge del e-Commerce, la última milla eficiente y soluciones sostenibles que hoy definen la competitividad del país.

Hace 25 años, la logística chilena era, en gran medida, invisible. Operaba detrás de bambalinas, en un mundo de camiones, planillas en papel y comunicación por radio. Las bodegas eran depósitos físicos más que centros de distribución, y la eficiencia dependía más de la experiencia y el conocimiento empírico de los operarios que de la tecnología o los datos. El transporte era el corazón de la operación, y la palabra “supply chain” era prácticamente desconocida fuera de los círculos académicos.

Un cuarto de siglo después, esa realidad parece lejana. Hoy la logística es una disciplina estratégica, altamente tecnificada, conectada en tiempo real y con impacto directo en la competitividad del país. Su transformación ha sido tan profunda que ha redefinido el modo en que Chile produce, distribuye, exporta y consume. Este artículo recorre esa evolución: los hitos, desafíos e innovaciones que marcaron el camino desde la logística operativa de los noventa hasta la cadena inteligente, sostenible y digital de 2025.

LA LOGÍSTICA HECHA A MANOS

A fines de los noventa, Chile vivía una etapa de expansión económica impulsada por las exportaciones, el auge del retail y la apertura comercial. Sin embargo, la logística aún no tenía el protagonismo que hoy ostenta. Era una función de apoyo, centrada en mover productos y controlar inventarios, sin un enfoque estratégico de integración ni una visión de punta a punta.

Las operaciones eran altamente manuales. El uso de planillas Excel comenzaba a reemplazar los registros en papel, los códigos de barra recién se implementaban en los centros de distribución más avanzados, y la trazabilidad era todavía una aspiración. Las decisiones se tomaban “por experiencia”, y los imprevistos se resolvían en terreno.

El transporte era el gran protagonista: flotas privadas o subcontratadas, controladas a través de llamadas telefónicas o radios VHF. Las empresas buscaban eficiencia a través del costo, no de la visibilidad. Las rutas se planificaban de memoria, y los tiempos dependían tanto de la congestión como de la habilidad del conductor.

A nivel macro, Chile comenzaba a modernizar su infraestructura portuaria con concesiones que marcaron un punto de inflexión. Los puertos de San Antonio y Valparaíso, por ejemplo, se transformaron en plataformas clave para el comercio exterior, y la cadena de frío ganaba relevancia gracias al impulso de las exportaciones frutícolas, pesqueras y agroindustriales. La logística del frío fue, de hecho, uno de los primeros segmentos en incorporar estándares internacionales, impulsando prácticas que luego se extenderían a toda la industria.

LOS 2000: PROFESIONALIZACIÓN

La primera década del 2000 trajo consigo un cambio de paradigma. Chile consolidó su posición como economía abierta, y el crecimiento del retail -liderado por cadenas como Falabella, Cencosud y Walmart- puso en el centro del negocio la necesidad de planificar, controlar y distribuir con eficiencia.

La logística dejó de ser un área táctica para convertirse en un proceso que requería planificación, tecnología y conocimiento especializado. Las empresas comenzaron a invertir en sistemas ERP y en los primeros software de gestión de bodegas (WMS) y transporte (TMS). Estos avances marcaron el inicio de la digitalización, aunque todavía coexistían con prácticas manuales y procesos híbridos.

Fue también la época del nacimiento de nuevos operadores logísticos. Empresas que antes se dedicaban solo al transporte comenzaron a ofrecer servicios integrales de almacenamiento, picking y distribución. Se instaló el concepto de operador logístico 3PL, y más adelante, el de 4PL, que incorporaba gestión y coordinación estratégica.

El lenguaje técnico empezó a cambiar: se hablaba de “cadena de suministro”, “última milla”, “gestión de inventarios”, “eficiencia operacional”. Las universidades crearon carreras y diplomados especializados, y surgieron asociaciones y otras instancias de encuentro y expansión para la industria.

En paralelo, las empresas exportadoras adoptaron certificaciones como ISO 9001 o HACCP, especialmente en alimentos y farmacéutica, lo que elevó los estándares de trazabilidad y control. El país comenzaba a entender que una logística moderna no era un lujo, sino una condición para competir globalmente.

REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA Y E-COMMERCE

La década siguiente fue decisiva (2010-2020) La expansión del comercio electrónico transformó el modelo logístico de manera radical. La irrupción de plataformas como Mercado Libre y el desarrollo del e-Commerce propio de los grandes retailers obligaron a rediseñar la cadena de distribución completa.

Los centros de distribución se automatizaron; surgieron los primeros sistemas de picking por voz, clasificación automatizada y monitoreo satelital de flotas. Los sistemas WMS y TMS se convirtieron en norma. La visibilidad en tiempo real pasó a ser una exigencia, no una opción.

El crecimiento del e-commerce trajo consigo una nueva protagonista: la última milla. Las empresas debieron adaptarse a una demanda más atomizada, rápida y personalizada. El consumidor cambió el eje: ya no bastaba con entregar; había que entregar bien, rápido y con trazabilidad.

La crisis social de 2019 y, posteriormente, la pandemia del COVID-19, aceleraron tendencias que ya estaban en curso. El confinamiento masivo llevó a un crecimiento exponencial del comercio digital y tensionó toda la cadena logística. El país comprendió, quizá como nunca antes, que la logística era un servicio esencial.

Los operadores se reinventaron en semanas: habilitaron nuevos centros, reforzaron flotas, digitalizaron procesos y fortalecieron la logística urbana. Las tecnologías cloud, los sistemas de trazabilidad en línea y las soluciones colaborativas entre actores —retailers, operadores, pymes y startups— permitieron sostener el abastecimiento en medio de la crisis.

Esa resiliencia dejó una lección profunda: la importancia de planificar, diversificar proveedores, y fortalecer las capacidades locales. Desde entonces, la palabra clave en la logística chilena es resiliencia.

LA LOGÍSTICA CHILENA DE HOY

En 2025, la logística chilena es irreconocible respecto de la de 2000. Hoy, el país cuenta con una red de centros de distribución modernos, automatizados y gestionados con tecnologías avanzadas. Los sistemas de gestión están integrados en plataformas end to end, que permiten visibilidad total desde la planificación hasta la entrega.

Los gemelos digitales, la analítica predictiva y la inteligencia artificial comienzan a incorporarse en la toma de decisiones operativas. Los sensores IoT permiten monitorear temperatura, humedad o ubicación con precisión milimétrica, y los algoritmos optimizan rutas en tiempo real.

El transporte también vive su propia transformación. La electromovilidad ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad en crecimiento, especialmente en flotas urbanas y de distribución capilar. Empresas de transporte, operadores logísticos y fabricantes trabajan de forma colaborativa para reducir emisiones, optimizar energía y avanzar hacia una logística de bajas emisiones.

En los centros de distribución, la automatización alcanza niveles impensados hace una década. Robots móviles, sistemas de clasificación inteligente, almacenes verticales y soluciones de gestión basadas en datos definen la nueva normalidad. Pero lo más relevante es el cambio cultural: la logística dejó de ser reactiva para ser predictiva. Se planifica con base en datos, no en intuiciones; se mide en valor agregado, no solo en costo; y se diseña con foco en la experiencia del cliente y la sostenibilidad.

La colaboración entre actores es hoy un factor de competitividad. El concepto de “logística colaborativa”, compartir infraestructura, información y transporte avanza con fuerza, especialmente en sectores donde la eficiencia ambiental y operativa se entrelazan.

LOS DESAFÍOS QUE PERSISTEN

A pesar de los avances, los desafíos estructurales se mantienen. La infraestructura vial y portuaria enfrenta cuellos de botella que afectan la competitividad, especialmente en zonas urbanas y corredores logísticos. El transporte ferroviario, pese a su potencial, sigue siendo subutilizado, y la conectividad intermodal continúa siendo una deuda pendiente.

La escasez de conductores y técnicos especializados es otro problema recurrente. La profesionalización del sector ha avanzado, pero la oferta laboral no crece al ritmo de la demanda. A ello se suma la necesidad de atraer talento joven y diverso a una industria que, históricamente, se ha percibido como “tradicional”.

La sustentabilidad también plantea desafíos de fondo. Reducir emisiones, gestionar residuos, avanzar en economía circular y adoptar energías limpias requieren inversiones y colaboración público-privada. En este punto, la logística chilena avanza, pero aún de forma desigual.

Finalmente, la digitalización trae consigo nuevas amenazas: la ciberseguridad. Las cadenas conectadas son también vulnerables, y las empresas deben invertir en protección de datos, continuidad operativa y gestión de riesgos tecnológicos.

LO QUE ESTÁ POR VENIR

Los próximos 25 años se proyectan como una era de consolidación tecnológica y conciencia ambiental. La automatización total será una realidad: centros de distribución autónomos, flotas eléctricas o impulsadas por hidrógeno verde, algoritmos de predicción y coordinación en tiempo real.

Pero el cambio más profundo no será tecnológico, sino cultural. La logística del futuro será colaborativa, integrada y con propósito. No se medirá solo en eficiencia o costo, sino en su capacidad de crear valor sostenible, reducir impacto ambiental y aportar al bienestar social.

Chile tiene una ventaja: su escala, su conectividad portuaria y su madurez logística lo posicionan como referente regional. El desafío está en seguir innovando, integrar tecnología con talento humano y mantener una mirada de largo plazo, capaz de anticipar las transformaciones globales.

Porque si algo demuestra este cuarto de siglo, es que la logística nunca se detiene. Evoluciona, se adapta, se reinventa. Y en esa constante transformación está su mayor fortaleza: ser el motor invisible que hace posible el movimiento del país.

PRINCIPALES HITOS Y TRANSFORMACIONES (19982025)

1998–2005: la base de la modernización

  • Reforma portuaria y apertura comercial: Ley de Modernización Portuaria (1997) y concesiones en San Antonio, Valparaíso y otros puertos, que mejoran eficiencia y capacidad de comercio exterior.
  • Nacimiento de operadores logísticos (3PL): empresas de transporte amplían su oferta hacia almacenamiento y distribución, profesionalizando la industria.
  • Primeros pasos hacia la digitalización: adopción inicial de ERP, WMS y TMS.
  • Expansión del parque de bodegas: desarrollo de centros de distribución en Santiago y regiones, sentando la base para operaciones más sofisticadas.

2006–2015: profesionalización y eficiencia

  • Logística como disciplina estratégica: surge planificación end to end, y la cadena de suministro se integra al lenguaje empresarial.
  • Primera ola tecnológica: tracking, planificación de rutas y primeros dashboards de gestión operativa.
  • Outsourcing y última milla: consolidación de transporte subcontratado y distribución urbana, anticipando el boom del e-Commerce.

2016–2020: la revolución digital (shock y aceleración)

  • Expansión del comercio electrónico: plataformas como Mercado Libre y e-Commerce propio de retailers redefinen la distribución.
  • Automatización operativa: incorporación de voice picking, conveyors, sorters y monitoreo en tiempo real; WMS y TMS se vuelven estándar.
  • La logística del cliente: la última milla se convierte en factor de fidelización y diferenciación.
  • Crisis y resiliencia: estallido social y pandemia ponen a prueba la cadena; los operadores reaccionan con rapidez y colaboración entre actores.

2021–2025: inteligencia, sostenibilidad y colaboración

  • Digitalización end to end: integración de plataformas, trazabilidad total y analítica predictiva.
  • E-commerce maduro: consolidación del canal online como motor de inversión logística.
  • Automatización avanzada: robots móviles, almacenes verticales e IA para optimizar rutas y operaciones.
  • Electromovilidad y sostenibilidad: enfoque en eficiencia energética y reducción de emisiones.
  • Capital humano especializado: creciente demanda por perfiles técnicos, analíticos y de gestión de operaciones avanzadas.