En los últimos meses, la capacidad estructural de las cadenas de suministros de todo el mundo ha estado en la mira de muchos en la medida se han ido desarrollando las repercusiones que el COVID-19 ha dejado en su tránsito. Las órdenes impuestas por los gobiernos de aún permanecer en las casas, las restricciones de viajes nacionales e internacionales y la necesidad de distanciamiento físico han estresado a las cadenas de suministro y han dejado al descubierto los principales cuellos de botella en la producción y distribución de productos y servicios. Se han producido escaseces en casi toda la amalgama de productos disponibles: desde artículos comestibles básicos hasta componentes electrónicos.
Los cambios generados por el Covid-19 han afectado a todos, generando un momento de cambios, que obliga a repensar las estrategias de cara al futuro. La industria de consumo masivo no ha estado ajena a esta realidad y hemos visto como han acelerado su proceso de digitalización, abriéndose con fuerza al canal online con lo que buscan acercarse directamente al cliente final -con lo desafíos que eso implica- para responder a los cambios de la industria.