A lo largo de los años la oficina evolucionó varias veces buscando adaptarse a lo que se consideraba, en determinado momento, que potenciaba la productividad. Así pasamos de la era de los cubículos a escritorios menos cerrados y de computadoras de escritorio a laptops. El último gran cambio fueron los espacios abiertos; pero lo que en principio se percibió como un salto de calidad empezó luego a cuestionarse. De hecho un estudio de Harvard Business School de 2018 hizo un seguimiento de los empleados de oficinas antes y después de que las remodelaran, llegando a la conclusión de que aumentó la distracción, se redujeron en un 70% las interacciones cara a cara e incrementó la comunicación digital.
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